Desde que el niño es concebido está unido energéticamente a su padre y a su madre. De tal forma que, cualquier acontecimiento que ocurra en la vida de ellos, el niño lo recibe y lo siente como suyo. Esto lo comprobamos a diario en la consulta y vemos que la enfermedad o problema está relacionada con una época de la vida de la persona, incluso en el útero materno.
Un caso muy concreto que ilustra esta relación profunda entre el hijo y los padres fue el de una niña cuyo síntoma principal era que lloraba por cualquier cosa. En principio parecía que pudiera tratarse de lo que en Medicina Biológica llamamos un estancamiento de Qi de hígado, pero el origen del problema residía en un momento de su desarrollo en el útero materno, a los 6 meses de embarazo: el padre había tenido un problema muy fuerte y grandes discusiones con su familia de origen (con su madre sobre todo) y lo había experimentado con mucho dolor y llanto.
Una vez que se descodificó el problema del padre, la niña dejó de llorar con tanta facilidad. Tengo que destacar que la madre no estaba presente ni participó en el conflicto que sufrió su marido, ni nunca supo nada, hasta el momento de la terapia.
UN CASO REAL DE ACOSO:
Hace unos meses acude a la consulta una mujer de 40 años que en la conversación previa, manifiesta que está muy preocupada porque su hijo de 5 años sufre de acoso escolar. Este año le han cambiado de colegio, en el anterior no le dieron ninguna solución, pero en el nuevo está pasando lo mismo.
Le comenté que podíamos hacer algo con ese conflicto y le pedí que trajera un poquito de pelo (15 ó 20 pelos sin raíz) para usar como testigo y hacer un test con kinesiología aplicada a distancia.
En el test, realizado a través de la madre, se descubre un problema de ésta cuando el niño estaba en su útero a los 7 meses de embarazo. En aquel momento la madre tuvo un sentimiento muy fuerte de inseguridad ya que su marido estuvo en coma una horas.
Realizando el estudio de la numerología del niño comprobamos cómo aparecen números con “vibraciones” que reflejan inseguridad.
En la consulta se le aplica terapia Biomagnética a través de la madre y se le aconsejan un par de complementos nutricionales.
La madre me manifiesta, pasados unos días, que el niño el mismo día de la consulta había dado un cambio importante volviéndose más comunicativo, que estaba más alegre y se encontraba mejor en el colegio.
A la semana siguiente, la madre me llama y dice que el niño se encara con ella con un comportamiento un tanto agresivo.
Se realiza nuevamente un test que nos muestra una conexión con una edad determinada que hay que descodificar no solo con imanes, sino con una terapia que le ayude a profundizar en las causas del conflicto que padece la madre y está reflejando su hijo.
Una vez realizada la terapia con la madre, e inmediatamente, el carácter del niño ha cambiado. El entorno familiar es más armónico, no hay manifestación de acoso escolar y la familia tiene la alegría que no tenía antes.