No siempre nos encontramos con las mismas emociones, pensamientos y nos comportamos del mismo modo ante las mismas situaciones.
Internamente nos sentimos y externamente nos comportamos o manifestamos en función de ese sistema que Berne definió como los Estados del Yo.
Cambiamos de Estado a veces con mucha frecuencia e impulsividad y no tenemos consciencia de ello.
Pero de algún modo sentimos, percibimos, si conseguimos hacerlo consciente, que existe “algo” que durante esos cambios permanece constante y en equilibrio en nosotros y que ese “algo” es el que puede observar en silencio las emociones, sentimientos, ideas, pensamientos y conductas que nos indican que estamos continuamente cambiando de un Estado a otro.
Berne, en su teoría del Análisis Transaccional nos habla básicamente de tres Estados del Yo desde los que proyectamos nuestra personalidad: el NIÑO, el PADRE, el ADULTO
El Estado del Yo NIÑO es el impulsor de la creatividad, de la sexualidad, del encanto, la habilidad, la intuición, la vivacidad, la espontaneidad.
Solo tenemos que pensar en un niño vivaz, espontáneo, juguetón, curioso, explorador del mundo para conectar y entender mejor este Estado.
En él se manifiestan y expresan las emociones básicas: el miedo, la rabia, la alegría, la tristeza, el amor.
También en él se encuentran las primeras experiencias que tuvimos en la infancia, cómo experimentamos nuestra realidad entonces, cómo reaccionamos, qué sentimos, y qué decisiones tempranas asumimos con respecto a nosotros mismos, a los demás, a la vida.
El niño es pues, esa combinación de creatividad, intuición, curiosidad, ingenio, los impulsos naturales pero también son las huellas de las experiencias grabadas desde la infancia, muchas de las cuales pudieron bloquear o limitar esa espontaneidad.
El niño entonces, puede también ser una manifestación temerosa, atemorizada, vergonzosa, “enfadica”, exigente, desconsiderado, cruel
Es la parte más auténtica de nuestra personalidad a partir de la cual tendremos que desarrollar nuestra personalidad Adulta.
El Estado del Yo PADRE es el que guarda la información de nuestras creencias, valores, actitudes
Es el que nos dice cuál es el modo adecuado de manifestar y exteriorizar sentimientos, como debemos actuar en la familia, en la escuela, con los amigos, en pareja, en el trabajo, en la sociedad, en la VIDA.
Berne definió el estado del yo Padre como “una serie de sentimientos, actitudes y pautas de conducta que se asemejan a los de una figura parental “.
Son grabaciones incorporadas en nosotros, verbales y no verbales de las figuras “parentales”: de los padres, hermanos mayores, abuelos, educadores… y de los modos y costumbres de la sociedad en la que crecimos.
Es un recurso de información completamente interiorizado en el que nos apoyamos de un modo mas o menos consciente en las decisiones sobre lo qué es correcto o no al actuar en la vida.
El Estado del Yo ADULTO se basa en el presente y en aportar la información disponible para la acción en el aquí y ahora.
Estima probabilidad y pone a prueba la realidad de un modo desapasionado.
El Estado del Yo Adulto escucha al Estado del Yo Padre que le informa de lo que se espera de él en esa circunstancia, escucha al Estado del Yo Niño que le informa de lo que le gustaría hacer en esa circunstancia y es el que debe contrastar, poniendo a prueba la realidad, cuál sería la conducta que les lleva en esa circunstancia a una mejor supervivencia.
El ADULTO valora y deja a un lado posibles prejuicios, ideas y creencias limitantes, y equilibra temores y sentimientos desvalorizantes, desajustados de la infancia.
Si nuestro Estado del Yo Adulto está poco desarrollado, y tenemos un Observador mas bien dormido, podremos estar continuamente basculando en nuestro comportamiento desde el Estado del Yo Padre al Estado del Yo Niño.
Es decir continuamente expresaremos unos sentimientos y conducta propios de nuestro Niño o bien repetiremos los mismos que tenian nuestros Padres. ¿Desde qué Estado te proyectas?
El Adulto aporta un ajuste a la realidad que ayuda al OBSERVADOR despierto y presente en cada uno de nosotros a entender mejor las posibilidades.
De ese modo, ese observador puede manifestar una conducta que se ajusta a los nuevos Valores que va a ir creando y haciendo suyos con cada paso y avance personal en consciencia, entendiendo los estados del Yo que configuran su personalidad.