Vamos a tratar de entender qué es los que nos une y qué es lo que nos separa yendo más allá, yendo a buscar las causas a un nivel más profundo, que a veces percibimos claramente, con la conciencia, pero que desgraciadamente en muchas ocasiones se esconde tras el velo inconsciente que solo nos permite saber de él a través de los desencuentros y las sensaciones dolorosas de que algo nos separa y no sabemos qué es ni porqué.
Vamos a tratar este tema desde la perspectiva de los sistemas, los sistemas familiares, y mas concretamente desde el aporte que nos proporcionan las observaciones fenomenológicas realizadas en los Talleres de Constelaciones Familiares.
Bert Hellinger, filósofo, teólogo, terapeuta y misionero en África durante más de 15 años, creó el método terapéutico de las Constelaciones Familiares a finales de los años ochenta.
El nos habla de tres grandes leyes que rigen la Consciencia del Sistema familiar y que actúan en los individuos que los componen y a través de ellos, siempre por encima de sus intereses particulares.
Los denominó las Leyes del Amor porque es Amor lo que rige y se mueve en la Familia, a veces desordenado, pero siempre Amor.
Pertenencia:
Cada miembro de la familia tiene el derecho y pertenece a la familia.
Al ser engendrados nos vinculamos y pertenecemos a nuestra familia.
El vínculo es enorme con los padres, pero incluye también al resto de familiares.
Orden o Jerarquía:
Se observan las prioridades que van a tener unos individuos sobre otros, como:
Los ancestros son más grandes que los padres y los padres lo son más que los hijos; Quien ha venido antes tiene prioridad y tiene más derecho que aquellos que vienen después.
O prioridades de unos sistemas familiares sobre otros como el sistema formado actualmente por una pareja y sus hijos sobre el sistema de nacimiento, de origen de dicha pareja.
Compensación:
Primero llega el tiempo de recibir y sólo cuando he recibido también puedo dar.
Primero debo tomar la vida de los padres en las condiciones en las que se me da y agradecérselo. Entre padres e hijos, no podemos compensar haber recibido la vida a través de los padres. Por ello, el modo que tiene el sistema de equilibrar eso que hemos tomado es: una generación da y la siguiente toma, y lo que recibe lo pasa a la próxima generación.
Veamos en qué modo, si se cumplen estas leyes Padres e Hijos siguen unidos y si no se cumplen influyen directamente en aquello que nos separa.
Un hijo recién nacido ama incondicionalmente. Dice “sí” sin condiciones a su madre y a su padre, a sus hermanos, su familia y a la vida misma. No le importa si sus padres son jóvenes o mayores, amorosos o estrictos, sanos o enfermos.
Quiere vivir y se agarra a su mama y a su papa y a su familia, amándoles y se vincula para siempre con su sistema familiar.
Por este amor y por la pertenencia y fidelidad a su familia, un hijo está dispuesto a todo. (1ª Ley Pertencia)
- Si percibe que uno de los padres lleva una carga, intentará compartirla para que lleve menos:
- Si percibe que no de sus padres está deprimido, se transformará en el sol de la casa.
- La madre que perdió a su madre de pequeña y la hija pretende hacer de mama para ella.
- El padre perdió un hermano cuando eran pequeños y el hijo pretende suplirlo.
- Los padres decidieron abortar un hijo anterior, y el nuevo hijo que nace después prefiere no vivir ni disfrutar para llevar la pérdida de ese hijo no nacido y no asumida por los padres.
- Si los padres se pelean, intervendrá para mediar entre ellos.
- Si están separados hará de compañero, para aliviar la soledad que sienten.
- Si los padres anhelan a algún novio anterior, harán ese papel para ellos.
Por ese amor están dispuestos a cualquier sacrificio, aunque les cueste la vida: A veces los hijos prefieren morir antes que sus padres.
Asumen cargas que no les corresponden.
Nos saltamos la Ley de jerarquía. No respetamos la prioridad que tienen los padres sobre los hijos.
Todos hemos sido hijos y amado ciegamente sin percibir que cada persona, cada padre o madre, puede con su vida y su destino y que en ese intento ciego de ayudar se resta fuerza y dignidad, empequeñeciéndoles.
De ese modo, en lugar de aliviar a los padres se les carga con la infelicidad de los hijos.
La relación nunca puede ser buena si yo como hijo pretendo ser mas grande que mi padre o mi madre y actuar de protector para el o ella.
Es algo que se siente en esos desencuentros, es algo que produce enojo a los padres sin saber conscientemente cuál es el motivo. El movimiento amoroso, el fluir del amor se rompe.
Los hijos se sienten agobiados y sobrecargados y tampoco saben cómo liberarse de ello.
- A veces, también por no incluir, con lo que nos saltamos la ley de pertenencia o por no respetar y dar el lugar adecuado (ley de jerarquía), los hijos representan para los padres a una novia o novio o pareja anterior despechado o no reconocido.
- Si es la hija la que representa una novia o anterior del padre. La relación con su madre nunca podrá ser buena, siempre habrá rivalidad, competencia, celos…
- La hija nunca podrá tomar a la madre y las relaciones con los hombres serán difíciles, será la eterna amante o la princesa. En el fondo ya tiene pareja con lo cual le resulta imposible entregarse a una relación.
- Esa hija nunca va a llevarse bien con su madre
- Si es el hijo, la relación con el padre no irá bien. Será el típico Don Juan, incapaz de mantener una relación adulta y comprometida con una mujer y actuando siempre como un seductor.
Ese hijo nunca va a llevarse bien con su padre…
Y los padres, en el fondo de su ser, desean siempre la felicidad de los hijos y que la vida continúe a través de ellos del mejor modo posible.
A través de las Constelaciones Familiares podemos acercarnos a los desórdenes inconscientes entre Padres e Hijos, y restaurar el movimiento de energía, de modo que los hijos puedan recibir de los padres, la vida y el apoyo y amor de las generaciones anteriores.